Autor: Luis Fernando Gómez

El 27 de junio de 1954 el presidente Jacobo Árbenz fue obligado a dejar el poder. Aquel día hubo un golpe de Estado en su contra llevado a cabo por el Movimiento de Liberación Nacional dirigido por el coronel Carlos Castillo Armas. En aquellos terribles momentos el presidente Árbenz debió comprender que la contra revolución no era en particular contra él como persona, sino contra su gobierno de tendencia comunista, el ambiente político ya estaba muy dividido y la única salida era su dimisión.

Su renuncia deja otras salidas posibles que fueron descartadas, como el ofrecimiento de trasladar la capital a la ciudad de Quetzaltenango provisionalmente, a costa de los posibles bombardeos aéreos. La lucha armada que no realizó, así como en algún momento Justo Rufino Barrios luchó contra El Salvador, o como Rafael Carrera, contra el ejército de Morazán, se fueron con caballería a luchar en las zonas de combate del oriente con estrategias y batallones, situación que no ocurrió.

Es sugerente pensar que el presidente Jacobo Árbenz sopesó cada una de las alternativas, él también era teniente coronel, además, no era común que un presidente de corte militar renunciara. Con la esperanza de salvar parte de la revolución de octubre y de no derramar sangre, el presidente Jacobo Árbenz dejó el cargo en manos del general Carlos Enrique Díaz, su amigo, situación que no era procedente porque ante la ausencia del presidente se debió nombrar al presidente del Congreso de la República, Julio Estrada de la Hoz. Su decisión no tuvo los resultados que esperaba, pocos meses después Carlos Castillo Armas asumió la presidencia, pasaron tres triunviratos para que la burbuja de poder se balanceara en favor de personas a quienes se les consideró como “menos comunistas”.

A Jacobo Árbenz se le recuerda también por haber promovido la revolución del 20 de octubre de 1944, durante su gobierno entre 1951 y 1954 impulsó su programa de gobierno que básicamente era el seguimiento a los objetivos de la revolución de octubre. La construcción de la carretera al atlántico, la hidroeléctrica Jurun Marinalá, las mejoras al puerto de Santo Tomás de Castilla, la elección de alcaldes en la ciudad capital, que anteriormente era designado por el presidente, la reforma agraria y la inversión en el sistema de salud y educación del país.

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